viernes, 9 de marzo de 2012

Lola Ventura

El 09/03/2012 10:20,

Quim Fernández escribió:

Hola querida Susana, me han emocionado tus palabras en recuerdo de la  abuela . Denotan el cariño que le tenías y también las emociones que supo trasmitirte y que te acompañarán toda la vida.

Recuerdo que yo tambié me hice complice de sus pequeños caprichos ya que me acercaba andando hasta una granja de la calle Muntaner para comprar nata, pués decía que era la mejor que se hacía en Barcelona y tambíen recuerdo algún sábado por la tarde que ella iba a misa de 8 a Santa Ana en la plaza de Catalunya y despés ibamos a las granjas de la calle Petritxol a tomarnos un plato de nata. Era una persona entrañable, siempre con una sonrisa en los labios y tranmitiendo una confianza y seguridad por encima de cualquier problema.

La recuerdo siempre cosiendo y con un periquito que dejaba suelto por el cuarto y que le quitaba los alfileres para llevarselos a su jaula y al que enseñó a pronunciar las palabras Lope y Piky. Desde luego era muy  creyente y se pasaba de rodilas un buen rato delante del Cristo crucificado en la parroquia de Santa Ana y te confieso que en mi ha dejado un gran sentido espiritual y de reconfortante creencia en un Ser Superior. No acepto las estructuras y formatos de ninguna de las diferentes iglesias, pero si que mantengo mi propio hilo de comunicación con Dios.

 De nuevo te agradezco tus palabras y procura que esos buenos sentimientos se transmitan a tus hijas.

Ha sido Silvia quien me ha enviado tu escrito en el muro ya que yo no logro poder entrar en el blogs. Y desde luego puedes colgar si lo deseas esta carta.

 Un fuerte abrazo para las tres y en vuestra música entren también todas estas emociones.

Tu tio Joaquin

martes, 6 de marzo de 2012

Mi Abuela

  Tengo pocos recuerdos de mi Abuela. Pero los que tengo son nítidos. A veces una imagen, a veces un vago aroma desvaído a rosa seca y empolvada, a veces el sonido dulce de su voz cálida. A veces el recuerdo antiguo se  mezcla confuso con los relatos de mi madre. Y la veo. La veo feliz rodeada de sus hijos, enamorada de su marido, atormentada por sus involuntarias ausencias , deshecha y frágil tras su pérdida. Haciéndole a su retrato, en un afán de retenerlo,  una pregunta para la que no había respuesta.
  Recuerdo mañanas de primavera, acicaladas las dos, y emocionadas. Yo porque eran las únicas ocasiones, las que ella estaba en Madrid, en las que podía sentir el afecto cómplice e íntimo que sólo un abuelo sabe dar. Ella porque , de nuevo, iba a reunirse con su Lope. Aunque fuera con la distancia del tiempo y el polvo perpetuo. Y hacía de esas visitas al cementerio, una privada celebración. Y yo,  abstraída en mis juegos , asistía a su encuentro, secretamente fascinada por la escena.
   Siempre que he pasado por ese cementerio he sentido una gran nostalgia. La que se siente por los instantes felices de la más lejana infancia.
  Otro de sus placeres iba después. Los pastelitos de nata. Un capricho
 prohibido para ella que yo compartía y que me convertía en cómplice y custodio de su secreto.  Ese gran honor depositado en una niña tan pequeña, forjó una lealtad tal que hasta hace muy poco no ha sido quebrantada.
  
   Con el tiempo he llegado a conocerla, a través de mi padre y de mí misma.
He llegado a comprenderla y , desgraciadamente , a experimentar su dolor. Pero el recuerdo de su joven espíritu y su fuerza serena me ha marcado muchas veces el camino.
 
   Mirando atrás me doy cuenta de que conocí muy poco a mi Abuela, pero la sentí mucho y muy cerca. Y aunque yo no soy una persona religiosa, sino más bien escéptica, sigo sintiéndola a mi lado. Acompañándome desde lejos.


                   Susana

martes, 28 de febrero de 2012

RECUERDOS DE FAMILIA

25 febrero 2012
Segunda entrega del Tío Joaquín:







A toda esta gran hermandad en la que habéis convertido este blog.

Convencido de que habéis creado un espacio virtual del que nacen hilos invisibles de cariño, recuerdos y alguna lágrima.
Habiendo empezado con los bisabuelos Toribio y Dorotea  y Jaime y Sofía, 
estáis recorriendo 150 años de história familiar que se dice pronto……







 Pero también no deja de ser un homenaje a los abuelos Lope y Dolores 
 y a los que quisieron llegar al cielo para encontrarse de nuevo todos juntos, Lope, Fernando, Marisa, Ramón, el tio Jaime y la tia Enriqueta, y también David el marido de Susana. (Ya iré colocando el resto de fotos, José)

Silvia, Guillermo y Joaquín me van enviando todos los textos y poesías que estáis colgando en el blog y explicándome las fotos que van apareciendo. Debo corregir algo de mi anterior carta que me dijo Ana María y es que el abuelo antes de irse a Madrid era Redactor Jefe de la Solidaridad Nacional y Director de la Hoja del Lunes de Barcelona, cargos que ocupó más tarde Luís Marsillach.

Rebuscando en la memoria me vienen las imágenes del papá y la mamá y notando su falta por la tristeza de la abuela y sus peripecias para llevar la casa con siete hijos adelante. La cocina económica y los fogones de carbón que había que ventar constantemente y el ir a buscar al final de la calle el carbón y el orujo para el brasero que colocaba en la mesa camilla mientras cosía, y en verano ir a comprar dos pesetas de hielo, media barra, para la nevera de madera y cinc. Todos tenemos el recuerdo de los sabores de los platos sencillos que cocinaba, la sopa de calabacín, los filetes rusos, ahora les llaman hamburguesas, los canalones que cuando no podía llevarlos al horno de la panadería a gratinar, se inventó hacerlos rebozados con huevo y fritos, por cierto ahora algún restaurante los ha sacado como novedad y desde luego el famoso pollo de Navidad con pasas y piñones y su compota de frutas que no faltaba ningún año.
También creo recordar que unas Navidades nos regalaron un pavo vivo, y las escenas de los hermanos mayores con cuchillo en mano persiguiendolo por todas las habitaciones de la casa…, si bien no recuerdo si al final alguno logró cortarle el cuello, pero me parece que el animal aún vive en una residencia para pavos.

En el campo literario y sobre todo en sus poesías se le detecta un gran respeto por la mujer y unos ideales que jamás abandonó. Nos ha dejado gran cantidad de textos que hubiera sido interesante publicar pero que ahora ven de nuevo la luz a través vuestro en este blogs. Una línea de investigación sería el ponerse en contacto con los familiares de aquellos escritores, poetas y periodistas que se citan en su relato del día del Corpus en la celda de la cárcel Modelo.

De mis años en el Colegio además de las comidas de los domingos en casa de los tios Jaime y Enriqueta y sus sabrosas torrijas de leche y de vino, y de oir la franca risa de Elena, recuerdo los enormes pasillos y sus clases, el patio y las manos con sabañones del frío que hacía y lo que me costó adaptarme por la añoranza de no estar al lado de mi madre.
Pero todo se olvidaba con la gran escapada en tren de máquina de vapor durante dos días, hasta la Coruña y de allí en autocar hasta el Castillo del Príncipe, cuestión esta que nadie supo de que Principe se trataba, donde nos esperaban tres meses de veraneo. Cada mañana cantando el Cara al sol izando la bandera y por la noche la Salve marinera al arriarla, la misa diária y el rosario a la noche. El enorme bosque de eucaliptos y acacias donde yo me había hecho experto en construir cabañas en lo alto de los árboles, la hora del baño que a mi me daba pánico, pués hasta los doce años no aprendí a nadar, las meriendas de mejillones, bigaros y lapas que nos haciamos en una fogata y con una plancha de hierro. Mi escapada por las rocas con mi amigo Antoñito en la que no oíamos las campanas de alarma por ser los más pequeños del colegio y que nos costó estar un mes más dos horas de cara a la pared y después de haber cenado todos, consiguiendo algo muy difícil que era el quedarme dormido de pié…...
También cada verano no faltaba la visita a la factoría de ballenas en el Pindo, donde los barcos balleneros atracaban con 4 o 5 ballenas o cachalotes para ser descuartizados y trasformarlo en aceites y grasas para la industria por un par de docenas de mujeres en zuecos y con una guadaña con el filo por la parte de fuera cortando enormes trozos de piel y de carne que inexorablemente uno de esos trozos iba a parar a la cocina del Colegio y aún recuerdo su sabor y las dimensiones del bistec. Aunque de esos momentos siempre me ha quedado una duda, como sabéis las ballenas son mamíferos y supongo que la ballenita mama debajo del agua y hasta aquí todo comprensible, pero¿como se lo monta la madre ballena para que la ballenita bebé haga el eructo? Grandes enigmas de la naturaleza……

De esos años son las batallas para conquistar las almenas del castillo defendidas por el grupo enemigo a brazo partido y a base de tirarnos bayas de un arbusto que se recogían durante una semana.

Disponíamos de una pequeña ensenada de piedra para el baño y un embarcadero desde el cual con una barca con 8 remos enormes con dos remeros en cada uno y una vela y los paneles llenos de los más pequeños, cruzábamos la ría hasta Cée o Corcubión y un domingo del més de agosto de uno de aquellos años felices nos acercamos hasta el Azor y el capellán, padre Montoya, pidió permiso para visitar el barco y con sorpresa subimos a bordo donde el Generalísimo sentado en una hamaca nos saludó a cada uno y después de que un oficial nos enseñara aquel palacio flotante el Sr. Franco hizo que le dieran al Capellán mil pesetas, de entonces, para que nos dieramos una merienda. Que bueno que era…….

Con estos recuerdos uno se da cuenta de cómo ha cambiado la vida pués con aquellas mil pesetas merendamos 30 ó 40 chavales y ahora con 6 euros hubieramos tocado a un Sugus.

Quiero terminar este capítulo con una poesía de mi padre:

Da a los hombres, Señor
Más alma, más amor
Pon en su mente ideas bondadosas
Y siembra en su corazón….más rosas

Lope F. Martínez de Ribera

Un fuerte abrazo a todos

Joaquín

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De Joaquín Fernández Ventura

A toda la familia integrantes del blogs A la sombra del tibidabo.
Un día de marzo del 2012

De los abuelos,

Voy recibiendo todo lo que habéis encontrado hasta el momento del abuelo Lope y cada vez se perfila más el carácter que imprime a toda su obra, en la que se detecta su inquietud por formar parte de la actualidad, su mirada crítica y la pureza de sus ideales, para luego ver a un hombre atormentado a veces, idealizando a la mujer en otras y sintiendo vergüenza al dar forma de versos a sus más profundas sensibilidades. Fue una persona valiente y no demostró miedo alguno en la búsqueda del uso de la palabra adecuada para la expresión de sus ideales y convicciones.

Me gustaría ir oyendo y digo oyendo porque mi programa de voz así me lo permite, vuestros recuerdos con la mamá, vuestra abuela a quien no se quién bautizó como Aba. Espero que Susana haya colgado mi respuesta a su preciosa carta, en la que solo pude relatar cuatro sensaciones, pues se me amontonan los recuerdos y un nudo en la garganta me obliga a dejar de escribir para enjuagarme una lágrima...

El Castillo de la Ameijenda
No os imaginéis un castillo de los cuentos de hadas. Era una fortaleza con un recinto vallado de un kilómetro cuadrado de parque convertido en bosque, con paseos y senderos medio abandonados y cuyas almenas las bañaba la ría de Corcubión.

Se entraba por un portalón de hierro en el centro de la aldea más pequeña de Galicia y situado en una suave colina recorrida por una carretera de tierra de un kilómetro de largo te llevaba al patio central donde estaban los barracones pero una larga escalera, atajaba casi desde la entrada, que cruzaba el parque, pasando por la Pagoda, una construcción de techo plano e interior en círculo abierto y con un banco de piedra, te acercaba a los barracones que hacían de dormitorio y en cuyos bajos estaban la cocina, el comedor y en el de al lado las dependencias de las mujeres del servicio.


Unos jardines con grandes setos nos acercaban a la zona noble de una planta, donde dormían el Director y el Capellán cerca de la pequeña Capilla. A la derecha de este, podíamos decir jardín, se abría al mar un gran mirador desde el que oteabas el embarcadero y el estado del mar de la ría de Corcubión.

Detrás de las habitaciones del Director estaba el patio de armas desde donde se accedía a las almenas donde estaba la torreta una especie de sala acristalada, desde donde se veía el Castillo de enfrente el del Obispo y que según cuenta la leyenda una cadena de uno a otro impedía el paso de los barcos de los bárbaros y supongo en la era moderna el paso de los inspectores de la Agencia Tributaria, por lo del contrabando.

Algunas anécdotas

Pido excusas si el lenguaje que utilizo es un poco escatológico, pero así es como me ciño a la realidad de mis recuerdos.

En el patio de armas donde habían construido un frontón el último propietario del Castillo, se había instalado un cuarto de baño inglés, que en nuestras incursiones secretas habíamos descubierto, con unos sanitarios y grifería que nos tenía alucinados. Pero sobre todo era el bidé con su proliferación de grifos y chorritos de agua nos tenía hipnotizados aunque el que más llamaba nuestra atención sobre todo era el chorro de agua en el centro cuya potencia llegaba hasta el techo y que nuestra ignorancia sobre la anatomía humana nos hacía creer que a través del orificio del culo debía servir para limpiar todo el cuerpo incluidas las amígdalas...

El día comenzaba izando la bandera y cantando el Cara al sol para luego asistir a la misa, donde observábamos si el cura se había dado cuenta del trago de vino dulce que con la excusa de orar nos habíamos metido entre pecho y espalda la tarde anterior, y luego era la hora del almuerzo con la margarina y el queso de bola de la ayuda americana y que inexorablemente nos llevaba a todos a cruzar la puerta trasera que daba a las rocas y allí en cuclillas pantalones abajo hacíamos las necesidades diarias, no sin antes haberte aprovisionado de un par de piedras redondas para limpiarte bien, es evidente de que los que por allí pasaron ninguno ha debido tener en su vida almorranas. Tenía que ser un espectáculo digno de una película de Buñuel el ver a 30 o más culos todas las mañanas observando sus propietarios el estado de la marea que en unas horas cubriría aquella parte de la costa gallega.

La mañana transcurría entre algunas clases y después la hora del baño del que yo intentaba escabullirme sin éxito y luego la comida, generalmente una sopa de estrellitas y los puntuales jureles. Ah… los famosos jureles esa especie de pescado cruce entre una sardina del Cantábrico y un trozo de corcho de Extremadura, que estimulaban nuestro ingenio para esconderlos dentro de las jarras de agua o dentro de los calzoncillos, no sin antes haberlos pinchado para saber que no siguieran vivos y no fuera el caso que te la mordieran…...

Las tardes eran para nuestras incursiones al bosque para hacernos arcos y flechas pues siempre había un enemigo a la vista que buscaba apoderarse de nuestra cabaña. Lo mejor de la noche después de arriar la bandera, cantar la Salve marinera, rezar el rosario y cenar, eran el escuchar los relatos del padre Montoya un experto en cuentos en capítulos interminables en busca del Pitecantrupus, algo que tenía que ser enorme y una mala bestia de cuidado, pero que hacía que estuviéramos sobrecogidos un buen rato antes de ir a la cama.


Pero estas rutinas se rompían cuando nos llevaban de excursión. Como cuando íbamos a la playa del Pindo a pasar todo el día adonde un carro nos llevaba la comida, las sabrosas empanadas que hacían en la cocina y que horneaba junto al pan de harina de maíz el Sr. Arellano, que durante el invierno era el conserje del colegio y en verano se cuidaba de los suministros y de llevar el horno de leña que había debajo de las almenas. La caminata era de unos 4 ó 5 km y a la vuelta después de pasar por el Cruceiro, recorrido que hacíamos cantando o rezando el rosario, llegábamos a la aldea con las últimas luces del día pasando por delante del cementerio y los más pequeños con el paso rápido pero siempre había el gilipollas de turno de los mayores que hablaba de los fuegos fatuos de los muertos lo que provocaba que los pequeños con paso firme, glúteos apretados y la mirada al frente llegáramos a la verja del parque en una carrera irracional, viendo como centenares de lucecitas de las luciernagas de los setos del camino iluminaban a los espectros que nos perseguían, haciendo que bajáramos las escaleras de dos en dos y como se dice ahora cagando leches, hasta meternos en cama vestidos y sin poder dormir por el castañeo de los dientes. Al rato alguno llamaba a la puerta de tu cuarto para pedirte que le acompañaras al lavabo a mear procurando mirar en todos los rincones por si algún zombi estuviera acechándonos. Y así terminaba un feliz día de excursión..

Eran de destacar las Fiestas Mayores. La de la Ameijenda, con su trio de gaitas y bailando la muñeira, mientras que nosotros intentábamos acercarnos a una moza de unos 12 ó 13 años que tenía de todo y bien puesto, que nos traía locos y que era una belleza salvaje, bueno la verdad que era más salvaje que belleza porque la habíamos visto tirando de los bueyes de una chirriante carreta y era difícil saber quien era quien, cuestión esta que resolvíamos al ver que Mariuxa no llevaba la cornamenta de la pareja de pacientes animales. Pero nos daba igual porque para nosotros estaba buenísima.
Las Fiestas de Cée y Corcubión eran más elegantes con su orquesta puesta encima de una tarima y luces de colores, sus puestos de manzanas acarameladas y las paradas de tiro al blanco y como gran atracción mecánica las barcas de madera a forma de columpio todo un mundo de avances modernos. Allí la cuestión era ir de dos en dos a cortar pareja de baile cuando sonaba un paso-doble que era lo único con lo que te atrevías y siempre con el riesgo de que te dijeran que no y entonces cortados y bien ruborizados nos alejábamos hasta un rincón de la plaza comentando lo feas que eran, era la fábula de la zorra y las uvas cada vez que no conseguías bailar.

También recorrimos todos los faros de las rías altas e incluso hicimos una excursión en motora desde nuestra ría a la playa de Villagarcía de Arosa, cerca de Vigo, donde está el balneario de la Toja, pero la verdad es que no recuerdo nada más que el viaje de vuelta que duró siete horas en medio de una tormenta con olas de tres metros y que nos dejó exhaustos de tanto vomitar agarrados a la borda, y de la que desembarcamos de un extraño color verde

Un año fuimos a Santiago a ver el Apóstol, darle el abrazo de rigor por detrás y nos quedamos a ver el espectáculo del Botafumeiro, un incensario gigante sobrevolando el abside de la Catedral y viendolo ahora en retrospectiva, se pregunta uno como carajo se lo quería montar el empresario jerezano Ruíz Mateos para robar semejante artilugio, al que tenían que frenar una Hermandad cuyos monjes median más de dos metros y eran auténticos armarios...

Pero una imagen que evocaré siempre con nostalgia era la de las tres o cuatro noches del mes de agosto, en las que se producía la subida del placton a la superficie del agua, haciendo que al volver de noche con el mar en calma surgieran de nuestros remos auténticas cascadas de agua fosforescente, un espectáculo natural increiblemente bello.

Después de dejar el colegio, eufemismo para decir que me echaron por golfo y mal estudiante, y trabajando como mecánico en Barcelona, volví a Cée, ya que me había carteado durante un año con una chica de allí. Todo estaba igual, el Carbonero anclado en mitad de la ría, y sin turistas que hubieran descubierto aquel paraíso, estuve una semana de mis vacaciones, pero todo era ya más pequeño y diferente, acababa de cumplir los 18 años y ya había entrado en el mundo de los mayores y entonces la vida cambió por completo.

Un abrazo a todos,

Tío Joaquín





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De Joaquín a toda la Hermandad
Mediados de abril 2012

He podido acorralar en mi cerebro a mi neurona más vieja y amenazándola con dejarla sin merienda al final ha cantado...

Del Colegio

La hora de la comida la esperábamos siempre con un hambre atroz al menos por mi parte y recuerdo el comedor con mesas de 4, manteles blancos y servilletas y servidos por camareros con chaquetilla blanca, no os lo perdáis, pero especialmente la comida que era bastante normal. Destacaba el postre por su asiduidad que era el arroz con leche, leche que arroz….si se te caía al suelo es que ni se despegaba del plato y si lograbas meterte una cucharada en la boca estabas listo, podías pasarte varios días sin abrirla. Estoy convencido de que de esa receta han debido sacar la fórmula del pegamento en barra el Pritt. El camarero Juan, estirado pero muy simpático cuando nos servía aquel engrudo enarcaba las cejas como diciendo, - hoy la vamos a liar -.

Nos daban clase de buenos modales y lo hacía la Sra. Carmen, hermana de Don Hipólito el director, y recuerdo que nos enseñó a comernos la naranja con tenedor y cuchillo. Cosa fina oiga, yo ya de mayor quise demostrar mi buena educación en una comida con ejecutivos en un restaurante de Barcelona y al intentar pinchar la naranja esta salió corriendo del plato, chocando con una botella de vino que a su vez cayó sobre una copa haciéndola añicos. Lo primero fue un grito de alguien por el susto, lo siguiente el silencio sepulcral de todo el restaurante y que aproveché, con mi flema inglesa, para decirle a la camarera que se me acercó con cara de darme un cogotazo: oiga, dígale al cocinero que la pase un poco más porque aún está viva. Las risas apaciguaron mi sofoco y claro acabé pidiendo de postre un plátano.

La hora del patio era cuando según la época del año inventábamos el tipo de juego. Estaba el frontón de multitud, se jugaba con 20 ó 30 jugadores dentro del recuadro y si la pelota pasaba por tu lado y no le dabas ibas a la calle, pero si el que le pegaba era el de atrás y no andabas listo para esquivarla te podían arrancar la cabeza y así hasta que quedaban dos y vuelta ha empezar.
Luego antes de que nos hicieran la pista de baloncesto, hacíamos con las manos o con un cartón un circuito de tierra bastante largo y con sus puentes y parapetos laterales donde con chapas de gaseosa muy bien pulidas en una pared y con la foto de nuestro jugador preferido y un poco de cera tenías que intentar llegar el primero a base de pegarle a la chapa un papirotazo sin salirte del circuito desollandote el dedo índice, pero era muy divertido. Los otros juegos eran un pelín más bestias como la taba un hueso de la rótula de una vaca, que se supone la dejaba prestada o bien se había muerto, que si caía del lado malo te inflaban a zurriagazos o el Burro en el que uno se ponîa de cuclillas contra la pared y luego uno detrás de otro se subían encima hasta que la pirámide se caía o los servicios médicos rescataban al primero medio muerto…..
Desde luego eran otros tiempos, hoy día los muchachos juegan de forma más individual. Todos con su play o su móvil con un montón de juegos y el máximo ejercicio que hacen son con los pulgares...


El día de la gran sorpresa. Fue una época en la que los domingos por la tarde noche nos pasaban alguna película y fue allí donde en una escena en la que el protagonista entra en un café y le presentan a uno de los clientes de una mesa diciendo aquí mi amigo Lope Fernández Martínez de Ribera, escritor y gran poeta….nos quedamos extasiados y con
 lágrimas en los ojos. Más tarde nos pasaron la película para todos los hermanos…… lo recuerdo como si fuera ahora con su calva y sus gafitas redondas, fué un agradable recuerdo y con seguridad una gran tristeza…… Seguro de que ya habréis localizado la película de la que se que era en blanco y negro y poca cosa más.

Una anécdota del Castillo.

Por las tardes cuando la marea bajaba íbamos al embarcadero a recoger lapas, bígaros, cangrejos y mejillones para luego en una fogata darnos el gran banquete y en estas que uno de los chicos un poco más mayor se encontró en una charca un pulpo agarrado a una piedra y haciéndose el valiente delante de los pequeños que mirábamos fascinados a aquel monstruo, va y se lo pone en el brazo riendo y diciendo que no hacía nada….y recuerdo como la risa se fue transformando en una mueca de dolor mordiéndose la lengua para no gritar y viendo como su mano se volvía de color azul, hasta que algunos pudieron arrancárselo del brazo en el que las ventosas del animal habían dejado huellas que tardaron días en desaparecer. Seguro que jamás volvió a comer pulpo a la feria el muy idiota.

Bueno mis neuronas quieren sumarse a la huelga general del día 29 así lo siguiente será hablar de la crisis, de la que se habla poco.

Joaquin en Breda


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T. Elena y la T. Ana María
Hola familia, no me he conectado con vosotros estos días, pero he leído los comentarios. Aunque no os conozco a casi ninguno ya os quiero, pues sois los hijos de mis queridos primitos. Me han gustado mucho los recuerdos de cuando erais pequeños ya que yo también formaba parte de alguno de ellos. Recuerdo vuestra casa… y recuerdo cuando jugábamos en el jardín y también en el cuarto de coser. 
También tengo el recuerdo de ir al hospital que nos llevaron a ver a Enrique que lo habían operado de su pierna que le dio muchos problemas… 



Otro recuerdo más triste fue cuando se murió la yaya Sofía de ella tengo la imagen de una persona muy cariñosa con todos nosotros y cuando falleció nos hicieron pasar a todos los nietos a darle un beso en las manos, quizá Enrique y Ana María lo recuerden, también pasaron Lope (Tete) y Fernando, Pedrito no creo porque era muy pequeño. Después pasado algún tiempo trasladaron al tío Jaime a Madrid a los Estudios Sevilla Films, en aquellos años también era conocido en el ambiente cinematográfico, pero hace tantos años….. Luego vino a Madrid el tío Lope, pues iba a trabajar aquí y creo recordar (quizá vosotros lo sepáis mejor) que iba a buscar vivienda en Madrid, mientras vivía en mi casa, y tengo un recuerdo entrañable ya que era muy cariñoso, después enfermó y no pudo superarlo. 
T. Enrique en su casa de Madrid - Hermano de la abuela Lola

Luego vinisteis a Madrid al colegio y volvimos a tener contacto, veníais a casa los domingos. Creo que los primeros fueron Lope, Fernando, Pedrito y no recuerdo bien si Joaquín vino con ellos o más tarde con Piki, entonces éramos todos pequeños, luego con el tiempo pude comprender lo que debisteis sufrir al tener que ir lejos de vuestra madre y hermanos y de vuestra casa. Siento mucho no haberme dado cuenta entonces.
Os voy a contar una pillería, je, je, el tío Jaime tenía una caja de tabaco, y siempre la tenía llena de pitillos y me acuerdo de que Lope y Fernando (que eran los mayores) se los quitaban para fumárselos… y me decían que me callara y yo muy obediente no decía nada… Pedrito no creo que lo hiciera, porque era muy pequeño.
Bueno, otro día os contare cuando estuvimos en Albacete en la finca Enrique, Ana María y yo con mis padres, fue una época muy bonita.
Besitos para todos. 

Elena.
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CUENTOS Y LEYENDAS

Siempre me ha gustado el teatro, debe ser algo "congénito", y cuando vivía en Madrid iba muy a menudo.
En cierta ocasión, yo debía tener 18 ó 19 años, representaban "El Tartufo" de Molière.
El papel principal lo hacía Adolfo Marsillach.
Hago un inciso por si alguno no sabe que Luis Marsillach, su padre, era colega y muy amigo de nuestro abuelo.
Mi padre , al enterarse de que tenía entradas me anim...ó a que fuera a verlo y que le dijera quién era, que se alegraría de conocerme....
Yo, escéptica y "congénitamente" tímida descarté tal posibilidad.
Un poco antes de la representación mi amiga y yo entramos en el café contiguo al teatro. Y mira por dónde , el destino le iba a cruzar en mi camino inesperadamente. Allí estaba el Sr. Marsillach, en una mesa al fondo del café.
Inexplicablemente, un hilo invisible tiró de mí hacia su mesa, no sabía lo que estaba haciendo , pero no lo pensé (lo de liarse la manta a la cabeza es congénito también?)
Nada inteligiblemente ordenado salía de mi boca . Después de unas cuántas - atropelladas palabras de admiración y deseando que la tierra me tragase , dije: -Soy nieta de Martínez de Ribera-.
Fue como pronunciar "Abracadabra". Un resorte lo levantó de la mesa y en una casi reverencia cogió mi mano y la besó. !!!!!!Yo tenía 18 años!!!! Casi me desmayo.

Durante toda la conversación , en la que se interesó por la familia y por mis estudios (?), mantuvo mi mano entre las suyas con un gesto afable y cariñoso y una mirada llena de ternura.
Salí de allí flotando, os lo podeis imaginar, llena de emoción y de orgullo por la profunda admiración que conservaba por nuestro abuelo después de tantos años.
Aquella representación del Tartufo fue memorable , para la historia del teatro y para mí.                                                                                                                 

                Susana

‎"El Indio Fernández" el hombre que sirvió como modelo para las estatuillas de los oscars. Hijo de inmigrante español y una india Kikapú..."el indio" posó desnudo como caballero que sostiene espada, de pie sobre un rollo de pelicula, carrete con cinco círculos "las cinco ramas originales: actores, directores, productores, técnicos y escritores...
Ya decía yo que me sonaba la cara y la espada....se la quitaría a Machuca

Silvia

Hay que poner una foto del indio fernández en la galería de fotos, como inicio de esta singular estirpe